Ahhh... Queridos todos,
No podemos sino suspirar recordando esos maravillosos días caribeños. ¡Qué gran decisión la de ir al viaje de estudios! Como me alegro, yo que dudaba... Hoy, retomando Pamplona en plena ola de frío y con un estrés insoportable, me acuerdo más que nunca de esas noches eternas en el malecón, o en la azotea del Plaza, de los bailes en camisetas de tirantes, de los paseos sin día, sin hora, sin tiempo... que hoy ocupan un lugar privilegiado en cada uno de nosotros. ¿Y Reinaldo? ¿Y Yainiel? Habrán encontrado a otro grupo de turistas al que enamorar. Y es que ellos son así... En su día a día habitual, con su carácter y su forma de vida, marcan sin saberlo las historias de miles de viajeros. Probablemente, para ellos sólo fuimos, como lo serán otros, la agradable compañía de una tarde, pero para nosotros, el hecho de haberlos conocido marcará un punto de inflexión en nuestras vidas... ¡¡¡Sí, mi amol!!! ¿Dónde quedan esas guaguas? ¿Y el arroz con pollo? Esas casas, destrozadas pero siempre con sus puertas abiertas, los niños que te ofrecen saltamontes hechos con hojas de palmera, los paseos por la calle Obispo, la brisa del malecón, las vistas desde El Morro, los santeros de Hammel, los paladares, los puestos de libros en cada esquina, con libreros dispuestos a la charla... Pasó, amigos, pasó. Y nunca la vuelta a la rutina había sido tan dura como esta. ¡Ánimo compañeros! Se hace duro pero podremos con ello... Quizá sea necesario aparcar por un tiempo los recuerdos para no complicar más aún el inicio del semestre. Puede que sí. Pero todos sabemos que seremos incapaces de aparcarlos demasiado lejos. Y que, en caso de emergencia, SIEMPRE NOS QUEDARÁ LA HABANA.
viernes, 4 de marzo de 2005
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